La menopausia no está considerada como una enfermedad, si bien es cierto que lleva asociados una serie de síntomas que hacen que la calidad de vida de las mujeres que los padecen se vea claramente disminuida. Un alto porcentaje de ellas no acude al médico para buscar tratamiento, en gran parte porque piensan que son inevitables.
Mujeres jóvenes –entre 40 y 50 años–, con una vida profesional y social muy activa se encuentran envueltas en una espiral de síntomas que interrumpen el desarrollo normal de su actividad. De entre todos los que encontramos asociados a la menopausia, quizá el más llamativo y molesto sean los sofocos. Esta sensación de calor y ahogo, tan común en las mujeres que se encuentran en el climaterio, sobreviene en cualquier situación y produce un malestar difícilmente disimulable.
En los últimos años la gran apuesta ha sido el desarrollo de una nueva línea de investigación, basada en la utilización de la Fitoterapia Combinada a base de soja y de trébol rojo, como fármaco y profármaco, para producir medicamentos eficaces y seguros en la reducción de la sintomatología climatérica en mujeres menopáusicas y postmenopáusicas.
Tanto la soja como el trébol rojo contienen fitoestrógenos. Estas isoflavonas de origen vegetal son sustancias naturales con actividad estrogénica y se ha demostrado que la combinación de ambas refuerza sus propiedades, proporcionando claros beneficios sobre la salud de las mujeres postmenopáusicas.
Estos compuestos naturales, habitualmente bien tolerados, producen una reducción significativa y clínicamente relevante de la sintomatología vegetativa, sofocos, sudoraciones y sintomatología psíquica, una mejora del perfil lipídico mediante reducción de los niveles de colesterol total, c-LDL y un incremento de c-HDL tras unos meses de tratamiento, además de tener un efecto positivo en la citología vaginal.
Dado que, según demuestran los estudios realizados, la THS (Terapia Hormonal Sustitutiva) genera una serie de efectos no deseados –por ejemplo el aumento del riesgo de padecer cáncer de mama y endometrio y otras enfermedades cardiovasculares–, el interés por los fitoestrógenos ha crecido exponencialmente en los últimos años ya que los estudios preclínicos indican que, a las dosis recomendadas, los tratamientos con isoflavonas carecen de efectos tóxicos.