Científicos estudian cómo aliviar el “corazón roto”

Según el portal medisur.sld.cu, expertos prometen haber encontrado lo que poetas y artistas de medio mundo llevan siglos buscando: una solución para el «corazón roto», pero no por un prosaico infarto, sino por un desengaño amoroso, el «mal de amores».
Son investigadores que hallaron la respuesta a lo que se preguntaba Gustavo Adolfo Becquer en el siglo XIX: «Los suspiros son aire y van al aire. Las lágrimas son agua y van al mar, dime mujer, cuándo el amor se olvida, ¿sabes a dónde va?”.

Para estos prosaicos científicos, insensibles al romanticismo, el amor se va de la mano de la serotonina, una monoamina neurotransmisora sintetizada en las neuronas serotoninérgicas en el Sistema Nervioso Central (SNC). Como no podía ser de otra manera, la solución para este sufrimiento, acorde para nuestros tiempos, es pequeña: una píldora.

Si hay varios expertos que advierten que existen muchos más fármacos de los que en realidad se necesitan, o que hoy se habla de enfermedades que en realidad no existen, qué dirán del «mal de amores», al que no pocos consideran una verdadera enfermedad.

Y ese dolor particular -que los brasileños llaman «dolor de codo», aquel que provoca el estar apoyado a la barra de un bar bebiendo para superar un abandono amoroso- tiene una píldora para desaparecer, que en breve se podría conseguir en Italia.

«Cuando uno está feliz, explica Denisa Legac, profesora de la Universidad de Graz, en Austria, el amor es la cosa más bella del mundo. Pero cuando se sufre se convierte en una auténtica enfermedad, una obsesión de la que es difícil desprenderse».

La muy seria investigadora aporta insospechados datos científicos para un abordaje «técnico» del sufrimiento por amor que, asegura, pone en riesgo la propia seguridad y la de los otros, lo que lo convierte en una amenaza social.

«La posibilidad de accidentes de tránsito se cuadruplica si se conduce un automóvil después de una separación: solo en Francia hay 3000 heridos y 170 muertos al año», dice.

A esto se agregaría el hecho de que el mal de amores «aumenta el riesgo de suicidios y homicidios: el 50 por ciento de los asesinatos se produce en el ámbito conyugal y el 45 por ciento de las mujeres asesinadas son víctimas de sus parejas actuales o anteriores».


La causa de todo esto residiría en los neurotransmisores y en los genes. «Un polimorfismo genético de la serotonina está asociado a un estilo amoroso posesivo y dependiente», dice Enzo Emanuele, un médico experto en psicobiología. Y es precisamente a base de serotonina que actúa el fármaco contra el mal de amores.

Según un estudio en 15 muchachos de 23 años de edad y con altos niveles de «estrés romántico», revela el experto, el uso de la serotonina en píldoras como integrador «parece sugerir un efecto clínico favorable en sujetos que sufren por amor».

A pesar de que los resultados son estadísticamente significativos, se advierte que la muestra de personas estudiadas es demasiado pequeña respecto a las miles que exige la ley para autorizar la venta de un fármaco nuevo.